martes, 26 de abril de 2011

Solo al mirarte.

Es increíble como en una Semana Santa, tu vida puede dar un giro de tresciento sesenta grados, sí, tal y como lo oyes. Todo comenzó el año pasado. El domingo de ramos se presentaba normal y parecía que no iba a estar muy pasada por agua la semana en sí. Yo estaba muy contenta porque eso significaba que íbamos a salir en la Paz y que podríamos sacar a nuestros titulares a la calle. Pues bien, el miércoles santo, el día tan esperado para mí y el día que tanto había ansiado que llegase, hacía un sol expléndido, no había ni una nube en el cielo azul y estaba segura de que todo saldría perfectamente. Pero lo que no sabía cuando entré al cocherón es lo que me esperaba dentro. Casi al instante de salir, antes de ponernos los cubrerrostros, me di la vuelta y vi por primera vez los ojos azules más bonitos, más profundos y más puros que jamás podrás imaginarte, ni si quiera yo podría llegar a pensar que existían, me quedé en un estado parecido a un "shock", no podía apartar mi mirada de la tuya y cuando quise reaccionar, me estabas mirando con una cara de: "¿qué le pasa a esta?" que hizo que empezara a reírme como una verdadera loca. Jamás olvidaré ese momento. Luego te pregunté tu nombre y me volví hacia delante, sin contestarte al "¿y tú?" que me habías preguntado. No me lo podía creer. El niño más guapo que había visto en mi vida, ese eras tú. Al salir del cocherón en procesión pues te fuiste alejando de mí poco a poco y comenzamos a hacer el recorrido separados, muy separados hasta que, de repetente, en la esquina de mi casa los celadores pidieron que nos parásemos y nos cambiaron a Yo fui un momento al baño y cuando regresé vi que alguien había ocupado mi sitio y que estaba hablando (más bien peleándose) con uno de mis mejores amigos. Al parecer, te estaba confundiendo conmigo, total un pego muy grande y acabé otra vez riéndome. Al ratito comenzamos a hablar porque nos habían separado del mundo, las filas de nazarenos estaban con el de alante un metro y claro,  tanto tú como yo, estábamos aburridos y comenzamos a charlar. Lo típico: hola, qué tal, como lo llevas, de dónde eres y esas cosas que nunca se les da importancia. Pero esta vez fue diferente para mí, no sé, pero empecé a sentir un cosquilleo que antes no había sentido. Me empezabas a gustar y solo te acababa de conocer, no te puedes hacer una idea de lo que significabas para mí a los cinco minutos de comenzar a hablar, no te lo puedes ni imaginar, hazme caso. Comenzabas a ser lo más importante de mi vida. Te pedí el tuenti, hablamos un poco más y al llegar al cocherón hice una entrada que tampoco conseguiré olvidar nunca: me tropecé, me quité el cubrerrostros y apareciste con una sonrisa impresionante por detrás y me preguntaste: "¿Eres tú?" Una vez más te sonreí y nos despedimos. Mi corazón latía a mil por hora.

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